En el mundo LGBT+, el término ‘cruising’ se refiere a la búsqueda de encuentros sexuales anónimos y espontáneos en espacios públicos, con la adrenalina y riesgos que ello conlleva.
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Los encuentros sexuales de cruising pueden realizarse en áreas como parques, baños, estacionamientos, lotes baldíos o zonas aisladas, con la intención de entablar contacto sexual inmediato sin que exista ningún vínculo emocional de por medio. Para esto, lxs participantes usan señales y códigos no verbales a fin de identificar si la otra persona desea también el encuentro.
Como cualquier otra práctica sexual, el cruising también plantea riesgos y desafíos éticos que deben ser considerados.
Exposición a la violencia
Un encuentro anónimo en un espacio público conlleva un mayor riesgo de sufrir agresiones, robo, acoso u otros actos violentos, poniendo en peligro la integridad y seguridad física de lxs participantes.
Discriminación
Debido a los estigmas sociales, lxs involucradxs pueden sufrir rechazo e incluso tener consecuencias legales negativas en caso de ser descubiertxs.
Salud sexual
El cruising incrementa la probabilidad de contraer infecciones de transmisión sexual, ya que a menudo no se toman las debidas precauciones.
Implicaciones psicológicas
Si el cruising se vuelve compulsivo o la única forma de obtener placer, puede verse afectada la salud mental y las relaciones personales.
Uso inapropiado de espacios
La práctica del cruising genera cuestionamientos sobre el uso del espacio urbano, ya que puede molestar o incomodar a otras personas.
Consideraciones finales
Si bien el cruising es popular entre la población LGBT+ (mayormente hombres gays y bisexuales), es importante que su práctica sea responsable y segura.
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