Dentro del paraguas de la diversidad LGBTTTIQAP+ una de las identidades que causa más confusión es, sin duda, la asexualidad. Por eso nos daremos a la tarea, en esta nota, de explicarte algunos puntos básicos para entenderla.
¿Qué es la asexualidad?
Puede definirse como una orientación (no) sexual de personas que sienten poca o nula atracción y/o interés hacia el sexo, misma que puede (o no) estar ligada con una poca o nula atracción y/o interés hacia entablar una relación (romántica o afectiva) con alguien más.
La asexualidad es un espectro más que una orientación rígida. Por tanto, cada persona asexual puede tener preferencias particulares hacia el sexo (desde rechazarla totalmente hasta disfrutarlo e incluso desearlo, pero únicamente bajo condiciones específicas o con ciertas personas).
Se puede ser asexual y heterosexual, asexual y lesbiana, etcétera, e incluso se puede desear estar en una relación romántica. Repetimos, la asexualidad abarca todo un espectro de posibilidades.
¿Qué no es la asexualidad?
La asexualidad no es una enfermedad ni producto de ningún trauma. Si bien puede haber casos médicos o psicológicos que impliquen un rechazo o nulo interés hacia las relaciones sexuales, la asexualidad es una orientación tan válida como cualquier otra.
Una persona asexual no necesariamente quiere estar sola por el resto de su vida. Para empezar, nunca estamos solxs del todo (estamos rodeadxs de familia y/o amigxs) y, además, hay personas asexuales que sí desean una relación romántica o afectiva con alguien que entienda que el sexo no es lo más importante en una relación.
¿Quieres saber más sobre la asexualidad? En próximas notas te comentaremos más detalles sobre el tema.
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